Diagnósticos y buenas maneras (o no)

En el Colegio de Lecároz “los piezas” se escapaban de clase a Fransene, una tienda-bar, donde además de una tortilla de patatas podían disfrutar de la libertad atormentada del que se sabe trampeando. Salir del trabajo para ir al oncólogo puede producir una sensación parecida: entre la alegría de pensar que vas a ser libre y estar exento de males, y la presión de dejar la obligación de cada uno por dar lo mejor de sí.

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Abierto por vacaciones

Primera parada en Laboratorio. Estiras el brazo para que te hagan los análisis y empiezas a ver como la enfermera prepara uno, dos, tres y hasta quince tubitos. El chiste es fácil, “ para no aburrirse” en un día de calor. Tanta sangre para que te digan que no circula con fluidez, que su calidad no es óptima y que no coagula.

Segunda parada en Medicina nuclear. Estiras los pies para que te pinchen entre los dedos y te introduzcan una de esas soluciones que te hacen botar con una sensación de electricidad y frio que te deja temblando, hablas sin parar hasta que termina de pinchar.

Tercera estación en Sala de Tortura. Asimilados los contrastes, te pasan por una máquina que empieza por hacerte sentir atrapada y va recorriendo tu cuerpo con reflejos, mostrando en una pantalla una silueta de claroscuros con luces en las uñas, en la cintura, en el pecho…

Cuarta parada en la Calle. Mientras sales hasta la próxima dentro de dos horas, ves cómo en el gimnasio junto a la clínica una joven entra con una carpeta y muchos papeles. Está entregando su CV, buscando una oportunidad a más de treinta y cinco grados, con una sonrisa, en una ciudad muerta por el calor, vacía por la estación y ajena a las necesidades.

¿Alguien dijo que la vida es aburrida? No tiene mérito poner tu cuerpo con sonrisa en pruebas inhumanas, mérito tiene no cejar en el sueño de lograr un trabajo en agosto en Madrid.

Tanta vuelta para qué

La revisión trimestral es una garantía, venía a decirme una compañera cuando me quejaba de lo poco que dura la alegría en la casa del enfermo de cáncer. Y esta noche mi aita me dice lo mismo, “hija, si es una bendición, con tan poco tiempo, si surgiera algo de nuevo, se vería en un momento tan embrionario que se atajaría en un sin más”. Toma mis dos oráculos. Y tienen razón. Continuar leyendo «Tanta vuelta para qué»

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