Diagnósticos y buenas maneras (o no)

En el Colegio de Lecároz “los piezas” se escapaban de clase a Fransene, una tienda-bar, donde además de una tortilla de patatas podían disfrutar de la libertad atormentada del que se sabe trampeando. Salir del trabajo para ir al oncólogo puede producir una sensación parecida: entre la alegría de pensar que vas a ser libre y estar exento de males, y la presión de dejar la obligación de cada uno por dar lo mejor de sí.

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