¿Síndrome postvacaciones? Yo no

IMG_6154_POST_POSTEste año he tenido oportunidad de ver como compañeros, familiares, amigos, enemigos, conocidos y pueblo en general se iban de vacaciones a playas, montañas, pueblos y viajes de ensueño. Este año me ha tocado castigada, sin vacaciones. Garbancito Garbancito…, te has convertido en un toca-narices. Menos mal que sólo tengo tu vacío y consecuencias. En mi defensa diré que me he autoflagelado por no poder tomar el sol (así que no piso la playa) y por el cansancio que me hace tener muy poco reprís para aguantar tres días fuera de casa.

Pero hoy no toca hablar de Sin Temor Al Tumor hoy toca Sin Temor Al Sillón, o lo que es lo mismo Sin Temor Al Regreso. Ya he empezado a leer, como casi todos los años, esos artículos que hablan del síndrome postvacacional y las formas de afrontarlo, así como los que ahora abogan por que no existe tal fenómeno. La realidad es que cuesta volver a la normalidad.
Analizo algunos aspectos de las vacaciones que cuesta abandonar y me encuentro con varias curiosidades:
1. Los que desde el domingo regresan a los cuarteles de invierno tras semanas de relax, traen caras tan morenas y bronceadas como tristes por la perspectiva de un regreso a las obligaciones. En mi caso, sólo regresaba de ver a mis hermanos y primos, y de hartarme de abrazos amorosos de sobrinos. Y llegué deseando a mi casa.
2. Retomar el hábito de levantarse al toque de diana es otra de las tareas costosas, tras acostumbrarse a mirar de reojo si el sol era suficiente para ir a la playa, sacar el barco, coger el coche, pasear por el campo… Yo con mi insomnio en marcha sigo despertándome sin problemas, teniendo en cuenta que duermo poco. Y siempre con Petronila mi almohada, no como otros.
3. Poner la casa en marcha es otra labor tediosa: levantar persianas, abrir ventanas, regar las plantas y revivirlas si no han podido con la ausencia. Por eso, muchos optan por volver un día antes y empezar la descompresión. Por supuesto hay que ir a hacer la compra o pedirla y que te la traigan, pero en cualquier caso hay que pensar, escribir y ordenar. Ayer lo único que tuve que hacer fue sacar la bolsita de pastas de Layana… mi frigorífico estaba completo. El mundo es mio.

Visto lo visto, no diré que me alegro de no haber tenido unas magníficas vacaciones, pero gracias a ello no tengo síndrome postvacacional. Y aunque cada día duermo un poco mejor, sigo con dolores de cabeza casi diarios y mi despensa está repleta de superalimentos. Quizá los efectos secundarios son mejores que sufrir la vuelta al cole, no lo sé, no lo creo. Aunque en ambos casos tengo la certeza que son pasajeros. Asi que a todos os deseo ANIMO y como decimos allí AUPA.

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4 opiniones en “¿Síndrome postvacaciones? Yo no”

  1. No te preocupes por no haber tenido sol, arena, mar… Vamos a volver a poner de moda la tez blanca, que no pálida ni enfermiza. Mostremos a los rostros atezados la superioridad de unos pómulos sonrosados.

    1. Eso espero. No solo porque el que no se consuela es porque no quiere, si no por que descubres otro mundo veraniego. Gracias por el comentario. Abrazos.

  2. Pues auuuupa, la vuelta siempre es dura, sobre todo lo del reloj, siempre son pocos dias una semana, este año menos tres dias y medio, cuento el medio porque tambien lo exprimi a tope.
    Ahora toca cambio de temporada ,con alegria e ilusion, y buen temple.

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