Me horripila Halloween

El respeto y temor a la muerte está generalizado. Nadie quiere morirse el día de antes, dirían los japoneses. La muerte es nuestra única certeza. Cuando el año pasado me vi en el precipicio, encarando la posible muerte, normal en mi habitual tendencia a pensar que la culpa es siempre mía, reflexioné mucho sobre ese momento crítico y final al que todos estamos abocados.

Qué razón tenía nuestro padre cuando nos contó que había comprado un terrenito muy bueno en el cementerio de Elizondo (antes de que se hiciera célebre gracias a Dolores Redondo, insisto), con buena orientación, con la cabeza fría al norte y los pies calientes al sur. Nos llevó a visitar la mencionada parcelita, insistió siempre en la fugacidad de la vida, en la importancia que para él tenía la oración y el seguir compartiendo espacio sagrado.

Pasan los años y de repente mis sobrinos, vecinos, amigos se empeñan en hacerme partícipe de algo que llaman Halloween. Menudo nombrecito. Encima como imagen icónica una calabaza vaciada e iluminada, otra costumbre anglosajona que preferimos a la propia, y una oportunidad de hacer negocio para tiendas de disfraces, supermercados, pastelerías y fruterías que habitualmente tienen que vender las calabazas a trozos para completar una. Pues me niego. He huido de mi casa habitual y me he venido donde sigue existiendo Todos los Santos.

Desde el año pasado tomé verdadera conciencia de que este yogur tiene fecha de caducidad. El problema es el código de barras, que está borroso y no sé cuándo es el momento. No me gusta ir al cementerio, ni en Todos los Santos ni fuera de ellos, no me gusta llevar flores a los muertos, no me gusta ver los panteones cada vez más llenos de nombres cercanos a mi edad. Y este año, me cuesta especialmente, salgo de un nuevo susto que me ha traído de nuevo la imagen de las calacas mexicanas. Pero por eso mismo, he decidido que, como los mexicanos de Patzcuaro, comeré bien, beberé café de puchero, llevaré flores y comidas, bailaré sin que me vean, rezaré por los que se fueron y los que se irán. Ah! Y volveré a tener la mano a quien siempre me acompaña.

¡Viva el Día de Todos los Santos! Con Santos, Muertos y Ángeles. 

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3 opiniones en “Me horripila Halloween”

    1. Gracias, es agradable no sentirse sola cuando ves a tanta gente encantada de verse horrible por la calle, disfrazada como si de Carnaval o fin de año se tratara, pero en versión floja, porque faltan años de rodaje. Pero de seguir así, lamentablemente, como dice una amiga mía muy sabía, enferma crónica pero observadora nata, de seguir así se convertirá en fiesta de «precepto».

  1. Que mal gusto y que mania de querer parecer malos. A nadie nos gusta prescindir de nuestros afectos sin pasar nuestra asignatura pendiente. Estamos en rodaje, somos un efecto de Amor INFINITO. Meconsuela y esperanza tender a ser Santo y trabajar por ello. Es nuestra misión, dejar de buscarnos disculpas para trabajar y contar con los elementos!
    Que importante es el buen gusto amiga! Buenas costumbres.
    Y visitar el Campo Santo con naturalidad. Me viene a la cabeza un libro de viñetas: Celtiberia Show, que con exquisito sentido de humor negro describe, el texto labrado en la puerta de nuestra ultima morada terrena, el campo Santo y los caprichos de los nuestros a la hora de enterrar nuestro «aquel «. Pobre Pepe!, o,la de: SEÑOR. Recibela con el mismo cariño con el que te la mandamos.
    Tendriamos que ir aclarando siempre nuestras voluntades al respecto… Aplacemos nuestra Marcha y dejemos buena información para la historia…Genio y figura hasta en la sepultura….
    Que mal gusto esto del. Halloween
    Mejor digamos : HolyWins

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