Apagando el ordenador

Dia: 03/04/2020
Santo: San Ricardo de Wyche

Termina la tercera semana laboral. Parece que las calles están vacías. Las autoridades paran a los coches que circulan y les obligan a dar explicaciones sobre el lugar de la compra o el hospital al que van. Todo dentro de una normalidad anormal. Los camiones con suministros siguen llegando y nos tranquiliza cuando los vemos en las noticias. Los voluntarios continúan entregando sus pequeñas producciones en impresoras 3D. Una sociedad que se moviliza cómo y dónde puede. Algunas calles se desinfectan (eso nos transmiten), en los pueblos son los agricultores quienes hacen de purificadores, siempre con y en sus pueblos, porque si lo son. Nos hemos acostumbrado a la vida de trabajo en mesa de cocina o despacho, a café de después de comer, a mirar por el visillo y a aplaudir a las noches.

Ahora que llega el fin de semana espero que regrese la fuerza de los aplausos. Estos días ha decaído el ruido del estruendo de las ocho de la tarde. Es normal, son ya tres semanas de confinamiento, pero quien dijo que iba a ser fácil. Los aplaudidos necesitan más que nuestros aplausos, que nos quedemos en casa y lo repiten. Pero son humanos, cansados, agotados, temerosos y, en su fuero interno, estarán agradecidos por esta música diaria acompasada. Por eso me digo: “que no decaigan los aplausos”. Porque ellos se irán agotando, van cayendo enfermos, no trabajan en las mejores circunstancias, no ven a sus familias, comen lo que pueden y cómo pueden. ¿no podemos al menos dedicarles cinco minutos diarios? ¿no nos damos cuenta que nos posibilitan ver y saludar a nuestros encerrados durante el día en sus casas? ¿no pensamos que nos aplaudimos a nosotros mismos porque queda un día menos?

Sígueme y da me gusta:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

error

Te gusto la entrada? Por favor, comparte :)