¿y si no me hago la próxima prueba?

El miércoles escribía sobre el Día del Padre, recordando las enseñanzas sobre disciplina, cercanía, empatía y compromiso que recibí. De el aprendí el valor del trabajo y el cumplimiento, pero sobre todo la importancia de la salud.

Recoger resultados supone volver a oler a naftalina, alcohol y desinfectante. Obliga a ver administrativos no siempre contentos a pesar de su trabajo fijo, colas de espera sin fin y sin explicación, enfermeros que corren sin saber donde van. Pero hay que ir y con sonrisa.

El la carrera en la que participo se agrupan obstáculos de las de “velocidad”, springs de las de “80 metros”, respiraciones contenidas de las “medias distancias” y, sobre todo, respiraciones profundas de “maratón”. Pero hay que saltarlos todos la finura de la gacela voladora.

Cada meta es una vuelta a la casilla de salida. Cada resultado lleva a un nuevo descubrimiento y a una nueva prueba. Así que con un papel de resultados todos por debajo de lo previsto y una nueva prescripción de pruebas, toca volver analizar. Nada preocupante. Solo agotador. Menos mal que, como mi padre, no soy de grandes sudores. Y ya he escogido una nueva camiseta para la próxima carrera: verde Baztán (por supuesto). Pero qué suerte que siempre sales con nuevo deberes. Viva, coleando y dando guerra. Alegría.

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