Sencillamente responsable

¿Quién dijo que la vida era fácil? ¿Quién dijo que la recuperación era sencilla? Cambiar de tratamiento hormonal era mi ilusión. Creía que así terminarían los efectos secundarios, hasta que descubrí que la realidad supera a la ilusión.

Si la semana pasada escribía sobre los valores que nos sostienen, en ésta en la que estoy me gustaría hacerlo sobre los valores que admiro. Y pienso en ellos cuando tengo la oportunidad de reencontrarme con los ex-colegiales que pasaron por las aulas por las que yo pasé.

La sencillez se suele confundir con pocas posesiones, pero en realidad consiste en mostrarse externamente como uno es. En la mesa, me sentaba hoy con un buen amigo, que habla poco y escuchaba con atención, al que siempre pregunto, sabedora de lo mucho que se aprende de quien observa y calla. Este amigo no alardea de nobleza, riqueza o educación, se limita a ser siempre un hombre que tiende una mano. Pura SENCILLEZ.

La responsabilidad conlleva conocer y aceptar las consecuencias de los actos, y supone libertad y conciencia de la obligación. Otro compañero relataba hoy cómo trabaja por impulsar un negocio familiar. Pese a haber conducido su proyecto hasta el éxito empresarial, se levanta por la mañana temprano, trabaja en el desarrollo comercial y la innovación, pudiendo dedicarse si quisiera a estas alturas a ver cómo otros trabajan. Este amigo no dice qué hace, hace que su negocio no pierda la calidad, mima el producto como el amor de un padre entregado y repasa todo hasta lograr la excelencia. Hace lo que cree que hay que hacer. Pura RESPONSABILIDAD.

Cuando intentas hacerte con un tratamiento nuevo y ves cómo el cansancio te acompaña mañana, tarde y noche, puedes dar gracias por haber llegado hasta aquí. Porque cuando esta historia (eufemismo de cáncer) llegó te dijeron que pintaba mal. Ahora estás trabajando con sencillez y responsabilidad, porque te has dado cuenta que solo lo sencillo es grandioso, y que sólo con compromiso y responsabilidad sale el trabajo encomendado y a tiempo.

Y, a nadie le sobra el tiempo, a mí menos, por eso disfruto del trabajo, por la oportunidad que me brinda de sacar de mi algo bueno y disfrutar tanto de los amigos que me hacen sentir que una piltrafilla puede tener la suerte y privilegio de compartir tanto y tan bueno.

 

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