Once mozas del Baztán, una terapia milagrosa

La batalla contra el cáncer conlleva operaciones engorrosas y deformantes con posteriores tratamientos llenos de efectos secundarios. Pero nadie hasta ahora me había hablado acerca de la terapia de amigas que, además de rápida y efectiva, deja buenas secuelas. Se aplica a tope durante dos días y no hay límite de dosis.

Once amigas de Elizondo caminando por Madrid no son grupo, son una bomba de relojería. Es por eso que, durante el último fin de semana, tuve la oportunidad de beber agua como si fuera kalimotxo, comer verduras en lugar de huevos en Casa Lucio como si fuera lo mejor, pasear por Madrid olvidando lo pendiente por hacer, charlar sin cortapisas, quitándonos la palabra como si no pudiéramos callar y escuchar, comprar chocolate como si no supiera que el mejor está en Elizondo, disfrutar de un gin-tonic en un garito como si no hubiera locales decentes a los que acudir.

Efectivamente, dijeron que vendrían a Madrid y lo hicieron. Dejaron a un lado trabajo, amigos, familias con hijos, para venir a verme y compartir lo mejor de sí mismas. Es algo que levanta el ánimo y obliga a reflexionar. Las amigas de la infancia son especiales porque te han visto crecer y porque están siempre dispuestas a salir para jugar y disfrutar.

Las amigas aportan energía positiva, confidencias de vida, una vía de escape al cansancio y, sobre todo, la foto frente a un MacDonalds como prueba de vida de que ya no tenemos doce años, pero seguimos soñando con algo diferente.

Cuando se fueron, la jaqueca regresó, pero era una jaqueca disfrutada, fruto de días de vino, cantos armoniosos y risas. Mucho más llevadera y con efectos secundarios tonificantes, así que ojalá se repita la terapia y, junto a ellas, pueda conquistar Burgos y liarla parda

 

Sígueme y da me gusta:

4 opiniones en “Once mozas del Baztán, una terapia milagrosa”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

error

Te gusto la entrada? Por favor, comparte :)