La puntualidad ¿esquivada?

“La puntualidad es: deber de caballeros, cortesía de reyes, hábito de gente de valor y costumbre de personas bien educadas”. Puede parecer que olvidé esta máxima la semana pasada para el oncólogo, pero fue en realidad un despiste de los muchos que tengo -y más ahora-, o puede que una herramienta de autodefensa para posponer la consulta.

Supongo que este post, tras el disparo de visitas la semana pasada, lo leerán pocos, así que resulta más fácil la reflexión. La reincorporación laboral te permite observar con otra perspectiva los conflictos que se producen en las empresas. De esta manera te encuentras a menudo viendo con menor histrionismo situaciones que antaño te habrían alterado.

Volviendo a la puntualidad en el trabajo… Los hay que llegan a las reuniones con tiempo para encender el ordenador, elegir sitio y hasta cerrar estores. Los hay que entran en las reuniones con mirada sonriente a la hora, sabedores que la hora es importante. Y finalmente, los hay que siempre llegan tarde achacándolo a una call imprevista.

Llegué tarde al oncólogo, salía a las visitas de plantas, así que me senté en el pasillo y observé. Me miré y percibí que no era un mero despiste, que respondía a mi temor a un mal resultado y a la mala costumbre de tener siempre alguien que me recuerda que “llegar a tiempo no es llegar ni antes ni después, es llegar a la hora”. Los buenos resultados me resarcieron del susto y salí corriendo a la oficina, no fuera a llegar tarde también.

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