En el Taller de Chapa y Pintura

Tanta bromita y heme aquí, con la “maletica” o “el fin de semana” en mano, camino de la 305. Miro el gran ventanal y las cuatro torres de Madrid se divisan acompañando mi estancia por poco tiempo espero.

Aunque la vista sea magnífica.IMG_4477

Toca bajar a la zona de marcado. Sí sí, como si del mercado CEE (Comunidad Económica Europea) se tratara, para facilitar a la cirujana el trabajo posterior. Es sencillo, con un simple contraste les basta para centrar el disparo directo a Garbancito y poderlo liberar de su estancia hostil. Pero como siempre, he sido original, y algo tan sencillo y simple debe repetirse porque mi cuerpo se resiste a doblegarse a un colorcillo. De esta forma tengo oportunidad de estar en una salita supongo radiactiva, leyendo sin leer por tener los ojos secos y haber olvidado las gafas, escuchar cómo llegan pacientes recurrentes. Pero al final, lo logra el médico, claro está.

Salgo de la sala y veo cómo me espera ansiosa la protagonista de esta fase, la extirpadora de ganglios centinela. ¡Tela quien dio nombre a estos ganglios que se erigen en guardianes de la salud o canalizadores de males. Y me enseña dos pequeños puntos, dos ganglios que son míos por poco tiempo.

Al llegar a la sala de despertar para dormirme pienso en lo bonito del nombre “sala de despertar” cuando me van a dormir. Toma pinchacito. Ahí te va… ella no sabe que mi umbral del dolor es alto por mis dolores de cabeza. Miro sin balbucear cómo me pinchan.

Ya en quirófano encuentro un gorro de muñequitos. Y como diría el marido de una amiga pienso “lo quiero, lo quiero, lo quiero”, y debajo está la anestesista, me siento reconfortada, territorio amiiiiiigo……..

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