De vuelta a la clínica sin respirar

DRENAJEAl día siguiente de operar, cuando te duele el pelo y todavía no has despertado de la anestesia, ya te mandan a casa. ¿Dónde mejor que con tus costumbres y tu familia? Vacaciones hasta el lunes.
Llega la hora de la verdad, es el momento de saber cómo ha ido la intervención. Poco a poco te vas dando cuenta que todo puede salir bien, que todo sale bien, y que los tumores tienen su niveles y nomenclaturas. Como si de un Pantone se tratara, el médico te comunica el numerito de gravedad o levedad de Garbancito. Parece que no es un pequeño infiltrado al que no hemos dado tiempo ni a crecer ni a desarrollarse. Pongo cara como de saber y haber leído en internet, aunque en realidad dejé de investigar a la tercera incursión infructuosa.
Además de mucho más sabia en tumores de mama, salgo de la consulta sin el bonito drenaje con el que te dotan en quirófano y que más parece un decorador de postres que un desoxigenador de vinos.
No parece sencillo y quizá no lo es. Todavía es pronto para reconfirmar que Sin temor al tumor es verdad. Aunque estoy convencida en un 99%. De momento es un reto simultáneo a mi batalla por recuperar mi mala salud de hierro. Aunque sé que el título no es del agrado de todos, como suele ocurrir, prefiero seguir fiel al título elegido. Hay algo de juego de palabras, recurso fácil de la poca imaginación, pero también responde a un pequeño autoengaño tan necesario con práctico. El temor es normal, como normal es sobreponerse y pelear. Hay que “apretar las mandíbulas y seguir el camino a la cima” – me lo recuerda un gran amigo experto en batallas épicas –

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