Como Forges: sin remedio

Se publicaba una nueva viñeta de Forges. Cuando ya su corazón no latía, seguía invitando a la sonrisa y a la reflexión desde su particular atalaya sobre el mundo. Nunca vi en su cara un rasgo de rebeldía contra el dolor y la enfermedad. No dejó que se reflejara su sufrimiento y llevó con dignidad el trabajo y la pelea sin dejar de trabajar. La última vez que vi su cara por televisión analicé su sufrimiento ante el cáncer y constaté que seguía riéndose de su enemigo, plantando cara sin temor al tumor.

El pasado sábado, un buen amigo periodista me aconsejaba vivir el trabajo como un hobby. Sin gran convicción asentí con la cabeza, como queriendo hacer caso a los consejos de alguien que sabía qué se siente cuando, no una, sino dos veces, te dicen que tienes el enemigo en casa. Nunca dejó de trabajar y sobrellevó como pudo cada envite a su cuerpo. Insistía, tras decirme lo bien que me veía y tras contarme que había tenido una recaída. Y yo le miraba tan convencida de la verdad de lo que decía, como dudando de ser capaz de hacerle el caso que merecía.

Al volver a mi cueva esa tras reunirnos en una noche madrileña varios compañeros de carrera que tras años de no vernos, alejándonos del conflicto catalán, acercándonos al presente de muchos profesionales en la pelea de la comunicación y compartiendo los recuerdos de años de universidad, me di cuenta de la eficacia de las terapias poco invasivas, porque compartir espacio, tiempo, comida, bebida, recuerdos e ilusiones alivia el alma y reconforta el cuerpo.

Brillaban los ojos de mi amigo cuando me aconsejaba no dejarme llevar por la vorágine del entorno laboral que te engulle hasta la extenuación, si dejas que se convierta en el centro de tu vida, en el motivo para levantarte y en la obligación a fuego de devolver lo recibido. Y me lo decía un periodista de raza para quien la noticia está siempre en la calle. El periodismo no es una profesión sino una forma de vida; las exclusivas solo divierten si has peleado de principio a fin por conseguirlas, alguien para quien acudía a la cena desde la redacción y se excusaba el primero por tener que trabajar en domingo.

¿Por qué olvidamos que solo es trabajo?, posiblemente porque nos encontramos bien, pero también porque nos queremos encontrar bien y demostrar que no pasa nada. Y no siempre es así. Las semanas corren deprisa esperando unos viernes para dormir una siesta carga-pilas. Por eso no todo está bien, porque las fuerzas hay que conservarlas y las escasas defensas, mimarlas.

Como Forges, siento que quiero dibujar viñetas a diario, me parece que toca comunicar a diario que hay vida en la vida, porque me gusta amar el trabajo que toca aunque no sea lo que más amo. El trabajo es mi oxigeno cuando siento que me duele el hueco de garbancito y me pesa el hombro desgarrado. Solo que debo ponerme un post-it y recordar, como me decía mi amigo, hay que tomárselo como un hobby y disfrutarlo, pero no morir por él ni en él.

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6 opiniones en “Como Forges: sin remedio”

  1. Hermoso, profundo, cierto y humano. No puedo resumir mejor tus pensamientos. Fue genial verte y compartir. Sigue dándonos pildoritas de las tuyas, que también curan.

    1. Porque cuesta hay que pelear doblemente por no ser engullidos. Pero hay que sacar fuerza de flaqueza, dedicar tiempo a la reflexión y a disfrutar. Un abrazo, salud y saludos,

  2. Ahora escuchaba a una persona que nos dice que aprendamos a ser felices. ¿Cómo? Pues así, con esas relaciones con amigos que llevamos tiempo sin tratar o tratarlos más. El escucharnos y transmitir nuestros pensamientos, emociones y tratando de ver lo grán positivo que hay en nuestras vidas .
    Vivir ese presente, meditarlo, darnos a los demás. Esto conlleva a la felicidad. Leer libros con contenidos positivos, interesantes viendo qué podemos aprender. Eso es vida, estemos en las circunstancias que estemos ¿os parece? Y te mando el artículo a tu chat individual Ma José. Muy buen fin de semana a cada uno ¡

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