Abrázame tía que tengo frio

Cuanto más tenemos, más queremos. Cuando estás mal, solo quieres salir del pozo, cuando estás celebrando el día de tu cumpleaños, quieres además que no te tire la cicatriz, que no te duela la cabeza, que no paralicen los calambres de las piernas y, sobre todo, que tu mente abandone la ebullición por el futuro en reposo.

Esta mañana desayunaba con casi toda la familia en la terraza, frente al mar que me vio crecer los veranos, rodeada de los dulces que más me gustan, acompañada de quien me ha visto llorar y bailar. Tocaba volver a casa y volvía a pensar en mi regalo de cumpleaños deseado.

He tentado a la suerte en lo últimos meses, como contaba en la última entrada, y veo cómo mi cuerpo se resiente, la espalda, la cabeza… Así que 01he decidido que tomaré unas vacaciones de mi misma. Me auto-regalaré un tiempo conmigo misma, aunque no podré abandonar el tratamiento.

Hace ahora dos años y medio me propuse no cejar hasta encontrarme bien. El sábado por la noche, cuando mi tía me abrazó cuando me sintió cansada supe de nuevo que soy afortunada. Ella pasó un cáncer, lo superó y sigue siendo una mujer 10. Sus arrugas son surcos de vida y cuando cumpla sus años quiero ser como ella: reluciente, expresiva y llena de energía.

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Un comentario en “Abrázame tía que tengo frio”

  1. Precioso. La verdad es que nunca estamos conformes pero ¿ quien se conforma con el cansancio diario , la duda diaria , los dolores diarios ?
    Es hacer todos los días un acto de fe y por mucha meditación y mindfulness, el diario de la enfermedad a veces te supera
    Un abrazo

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